Muchas veces nos hemos preguntado contarles a los niños cuentos de monstruos devoradores de niños o no contarlos. Es una pregunta de fácil respuesta si se tiene en cuenta al niño o niña, porque los cuentos de seres fantásticos, enormes, peludos y con mucho apetito de infantes suelen ser los preferidos de los niños y niñas. ¿Por qué los gustos de nuestros hijos e hijas difieren tanto de los nuestros?
Los niños viven en el mundo de lo simbólico y ellos saben que ese monstruo no es real, aunque sea verdad, porque verdad es el miedo a ser devorado por nuestros padres y madres. El miedo no está en los cuentos, sino en los niños, y con el cuento descubren que ese monstruo que traga sin masticar (de ahí que algunos se llamen "tragaldabas") puede ser vencido por un niño, como ellos, valiente e ingenioso, como ellos. Porque lo que vence al monstruo es la inteligencia, el ingenio, o el humor.
Por eso quien vence a otro monstruo devorador: la Cabra Montesina (que a veces adquiere el nombre de Monje Motilón o Cabra Cabresa o Cabra del Cordobán) son las cosquillas, y de nuevo no lo vence la violencia sin las cosquillas de un ser pequeño y femenino. Eso sí, los monstruos se van después de la intervención cosquillosa de la hormiga pero nunca mueren porque los monstruos son una parte de nosotros.
Este cuento de Paporco se ha escrito a partir de un cuento tradicional sardo ("Babborco") y cuenta la historia de un niño que vence a un monstruo muy padre (porque los padres y las madres son mucho de devorar a los niños y niñas: sobreproteger es una manera de no dejar ser, de devorar al otro) gracias a su ingenio. Acaba con un recurso típico de los cuentos tradicionales de ir aproximando al monstruo mediante una repetición que va mostrando la progresión de Paporco:
–Ay, abuela, ¿quién será?
–Cállate, hijo, que ya se irá.
–Que no me voy no,
que subiendo el tercer escalón estoy...
Y aquí os dejo un enlace para que escuchéis el cuento contado...
https://www.youtube.com/watch?v=lXcPfdf0E2I&t=31s