miércoles, 3 de enero de 2018

Sobre el machismo en el lenguaje

Hace unos meses en Orihuela, una maestra me pidió que le explicase si era machista generalizar en masculino, y yo le expliqué la teoría del término marcado. Esta mañana mi amigo Pep Bruno me preguntaba casi lo mismo, así que revisé el texto que había escrito para la gente de Orihuela y se lo envié. Me parece que puede ser interesante publicarlo aquí. En absoluto pretende sentar cátedra sino ser el punto de partida de una fértil discusión. 



Teoría del término no marcado
o neutralización semántica del rasgo distintivo masculino/femenino
a la luz de la lingüística estructuralista


Existe en lingüística, desde el estructuralismo (cuyo padre como bien sabes es Ferdinand de Saussure), la creencia de que el lenguaje se estructura en pares de opuestos (las benditas dicotomías del señor de Saussure). En fonología, que es lo más empírico (por constatable) que hay en la lengua, sordo se opone a sonoro, bilabial se opone a alveolar. Pues bien, en determinados contextos fonológicos estos opuestos neutralizan y aparece un archifonema (el término es de Trubetzkoy, de la escuela de Praga). En este archifonema los rasgos distintivos desaparecen y solo aparecen los rasgos no marcados. Un ejemplo: en posición preconsonántica la diferencia fonológica entre ‘m’ y ‘n’ desparece (la diferencia entre ellas es que la ‘m’ es bilabial y la ‘n’ es alveolar, en el resto de sus rasgos son iguales: nasales y sonoras). En este contexto preconsonántico esto que las distingue desparece y aparece el archifonema ‘N’ (que siempre se representa en mayúscula). La transcripción fonológica de la palabra ‘ambos’ sería /aNbos/ (atención porque la transcripción fonológica sería otra). Pues bien, esta neutralización también sucede en semántica.
 Esta teoría del término marcado la postuló Roman Jakobson y la completó Hjemslev. Y básicamente dice que, cuando usamos el masculino para referirnos a los dos, no estamos omitiendo a lo femenino sino incluyéndolo en lo masculino porque el término puede neutralizar (“neutralizar” significa que la palabra se convierte en un neutro porque pasa a designar a ese término en masculino y femenino) porque lo masculino es el término no marcado (neutro, indiferente o negativo) frente a lo femenino que es el término marcado (con valor, diferenciado o positivo). Lo que estamos expresando al hablar en masculino es que lo diferenciado y pertinente es lo femenino.
            He aquí un ejemplo y su explicación lingüística (desde la lingüística funcionalista, que es la que hoy impera en la Real Academia Española).
Si consideramos la frase:
Ninguno de los asistentes a la reunión de vecinos aceptó la propuesta de los miembros de la comisión
            Vemos que en esta expresión aparece una serie de palabras las subrayadas– referidas a personas, que expresan género gramatical masculino. Aquí la referencia a la realidad puede ser masculina (a hombres) o masculina y femenina (a mujeres y a hombres) a la vez.
            En este último caso hablamos de neutralización, fenómeno lingüístico que consiste en la suspensión, en determinados contextos, de una oposición funcional existente en la lengua en el plano de la expresión (o forma) o en el plano del contenido (o significado). Aquí estamos con este último plano, pues se trata de una distinción de significado o contenido gramatical: masculino frente a femenino). Aparece el miembro no marcado con el valor neutro o indiferente a los dos miembros de la oposición gramatical.

            Por lo que se refiere a la neutralización, además de la definición y ejemplificación, es necesario mencionar que el femenino es el término marcado de la oposición, el más determinado semánticamente, el término positivo, intenso; frente al masculino, término no marcado, indeterminado semánticamente, término negativo, extenso.
            Esto permite entender que en expresiones como “El alumno tiene derecho a revisar el examen” hay una neutralización de la oposición «masculino / femenino», neutralización por la cual se usa el sustantivo de género masculino para referirse a ambos. Cosa que, en rigor, de ninguna manera equivale a decir que aquí alumno es un sustantivo neutro porque los sustantivos neutros no existen.

Mira lo que dice la RAE en respuesta a una consulta que le hicieron:
Podemos pensar que la Real Academia es machista (dados los pocos sillones que ocupan mujeres) y desestimar su opinión, pero la teoría de la economía del lenguaje es constatable y no se la inventan porque sean machistas. Además, fíjate que otra de las razones que esgrimen es la neutralización.

Mira este artículo a ver si te aclara más. El defensor público de esta postura fue Agustín García Calvo, poco sospechoso de machista: lo echaron de la Complutense en 1965, junto a Tierno Galván y Aranguren, y vivió exiliado en París. Por cierto, que tiene una gramática, Hablando de lo que habla (Lucina, Zamora, 1989), por la que recibió el premio nacional de ensayo en 1990, a la altura de Chomsky:

Y aquí hay una explicación desde la lógica (por si el lenguaje de la teoría de conjuntos te resulta más clara)


            En fin, que espero no haberte liado más. En lo que a mí respecta, esta discusión me parece absurda y creo que nos aparta de la verdadera lucha contra el machismo, que es otra. Es como si de pronto se nos dijera que la sicomotricidad es facha porque casi todos somos diestros y la mano que más usamos es la derecha. O que ser diestro es estar a favor de los toros. En definitiva, un absurdo que a nada conduce. Eso sí, mientras nuestro discurso se vuelve más y más farragoso, nuestros actos (que es lo importante) van por otro lado. Yo, por mi parte, hablo en femenino cuando quien tengo delante es mayoritariamente femenino. Pero, como te decía, el habla, lo oral es otra cosa: materno, femenino, como la lengua materna. Frente al lenguaje, lo escrito, lo normativo, que es paterno y masculino. ¿Y esto quiere decir que sea machista? Confundir ‘masculino’ y ‘machista’ es lo que está, creo yo, en la base de este tipo de discusiones. Pero esto es otra cuestión.