Teoría
del término no marcado
o
neutralización semántica del rasgo distintivo masculino/femenino
a
la luz de la lingüística estructuralista
Existe
en lingüística, desde el estructuralismo (cuyo padre como bien sabes es
Ferdinand de Saussure), la creencia de que el lenguaje se estructura en pares
de opuestos (las benditas dicotomías del señor de Saussure). En fonología, que
es lo más empírico (por constatable) que hay en la lengua, sordo se opone a
sonoro, bilabial se opone a alveolar. Pues bien, en determinados contextos
fonológicos estos opuestos neutralizan y aparece un archifonema (el término es
de Trubetzkoy, de la escuela de Praga). En este archifonema los rasgos
distintivos desaparecen y solo aparecen los rasgos no marcados. Un ejemplo: en
posición preconsonántica la diferencia fonológica entre ‘m’ y ‘n’ desparece (la
diferencia entre ellas es que la ‘m’ es bilabial y la ‘n’ es alveolar, en el
resto de sus rasgos son iguales: nasales y sonoras). En este contexto
preconsonántico esto que las distingue desparece y aparece el archifonema ‘N’
(que siempre se representa en mayúscula). La transcripción fonológica de la
palabra ‘ambos’ sería /aNbos/ (atención porque la transcripción fonológica
sería otra). Pues bien, esta neutralización también sucede en semántica.
Esta teoría del término marcado la
postuló Roman Jakobson y la completó Hjemslev. Y básicamente dice que, cuando
usamos el masculino para referirnos a los dos, no estamos omitiendo a lo
femenino sino incluyéndolo en lo masculino porque el término puede neutralizar
(“neutralizar” significa que la palabra se convierte en un neutro porque pasa a
designar a ese término en masculino y femenino) porque lo masculino es el
término no marcado (neutro, indiferente o negativo) frente a lo femenino que es
el término marcado (con valor, diferenciado o positivo). Lo que estamos
expresando al hablar en masculino es que lo diferenciado y pertinente es lo
femenino.
He aquí un ejemplo y su explicación
lingüística (desde la lingüística funcionalista, que es la que hoy impera en la
Real Academia Española).
Si
consideramos la frase:
Ninguno de los asistentes a la reunión
de vecinos aceptó la propuesta de los miembros de la comisión
Vemos que en esta expresión aparece
una serie de palabras −las subrayadas– referidas a personas, que expresan género
gramatical masculino. Aquí la referencia a la realidad puede ser masculina (a
hombres) o masculina y femenina (a mujeres y a hombres) a la vez.
En este último caso hablamos de
neutralización, fenómeno lingüístico que consiste en la suspensión, en
determinados contextos, de una oposición funcional existente en la lengua en el
plano de la expresión (o forma) o en el plano del contenido (o significado).
Aquí estamos con este último plano, pues se trata de una distinción de
significado o contenido gramatical: masculino frente a femenino). Aparece el
miembro no marcado con el valor neutro o indiferente a los dos miembros de la
oposición gramatical.
Por lo que se refiere a la
neutralización, además de la definición y ejemplificación, es necesario
mencionar que el femenino es el término marcado de la oposición, el más
determinado semánticamente, el término positivo, intenso; frente al masculino,
término no marcado, indeterminado semánticamente, término negativo, extenso.
Esto permite entender que en
expresiones como “El alumno tiene derecho a revisar el examen” hay una
neutralización de la oposición «masculino / femenino», neutralización por la
cual se usa el sustantivo de género masculino para referirse a ambos. Cosa que,
en rigor, de ninguna manera equivale a decir que aquí alumno es un sustantivo
neutro porque los sustantivos neutros no existen.
Mira
lo que dice la RAE en respuesta a una consulta que le hicieron:
Podemos pensar que la Real Academia
es machista (dados los pocos sillones que ocupan mujeres) y desestimar su opinión,
pero la teoría de la economía del lenguaje es constatable y no se la inventan
porque sean machistas. Además, fíjate que otra de las razones que esgrimen es
la neutralización.
Mira
este artículo a ver si te aclara más. El defensor público de esta postura fue
Agustín García Calvo, poco sospechoso de machista: lo echaron de la Complutense
en 1965, junto a Tierno Galván y Aranguren, y vivió exiliado en París. Por
cierto, que tiene una gramática, Hablando
de lo que habla (Lucina, Zamora, 1989), por la que recibió el premio
nacional de ensayo en 1990, a la altura de Chomsky:
Y
aquí hay una explicación desde la lógica (por si el lenguaje de la teoría de
conjuntos te resulta más clara)
En
fin, que espero no haberte liado más. En lo que a mí respecta, esta discusión
me parece absurda y creo que nos aparta de la verdadera lucha contra el machismo,
que es otra. Es como si de pronto se nos dijera que la sicomotricidad es facha
porque casi todos somos diestros y la mano que más usamos es la derecha. O que
ser diestro es estar a favor de los toros. En definitiva, un absurdo que a nada
conduce. Eso sí, mientras nuestro discurso se vuelve más y más farragoso,
nuestros actos (que es lo importante) van por otro lado. Yo, por mi parte,
hablo en femenino cuando quien tengo delante es mayoritariamente femenino.
Pero, como te decía, el habla, lo oral es otra cosa: materno, femenino, como la
lengua materna. Frente al lenguaje, lo escrito, lo normativo, que es paterno y
masculino. ¿Y esto quiere decir que sea machista? Confundir ‘masculino’ y
‘machista’ es lo que está, creo yo, en la base de este tipo de discusiones.
Pero esto es otra cuestión.
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